Al que abonó, principalmente en la última década del siglo pasado, los campos del rock and roll con la semilla de las bandas a dúo destripando blues primitivo y roots music debían nombrarle ministro de agricultura. A la sombra de White Stripes, Flat Duo Jets y tantos otros han crecido grupos como setas, y esta noche tenemos el enésimo ejemplo, el matrimonio tejano formado por Carley a la guitarra y Jonny a la percusión y distorsiones varias. Carley, media melena rubia y rasgos faciales que denotan pertenencia a alguna tribu nativa, apenas domina un par de acordes, pero con tan básicos conocimientos se basta y se sobra para retorcerse sobre una burda imitación de Jazzmaster, y patear la media docena de pedales que escupen chirriantes los doce mandamientos predicados Hound Dog Taylor y los evangelios sónicos mientras baila como descosida, invitándonos a acompañarle en los acordes de “Strichnine In My Lemonade”, más claro el agua. ¿Algo más que añadir? Pues sí, que su falta de originalidad la suplen con una energía y visceralidad contagiosa que hace muy disfrutable su corta comparecencia.

El plato principal de la noche, el trío costarricense Las Robertas, atendiendo a la calidad de su música y al target al que va destinado, practican lo que podíamos calificar de psicodelia chanante. Comparten con los  lobos que las han precedido el vicio de mirar más hacia atrás que hacia delante, aunque estas se quedan cortas en sus miras, versionando de The Brian Jonestown Masscacre, su principal banda de referencia, según confesión propia. Ritmos más bien simples, repetitivos, que van in crescendo según avanza la velada, rematada con “Lou”, en homenaje a quien todos ustedes suponen.

Autor: Manuel Borrero