Si hoy en día hay una banda que sigue encarnado sin rubor el manoseado lema sexo, drogas y rock and roll, con permiso de The Dwarves, esos son Nashville Pussy. Su modo de vida y música lo denota: constante alusiones a  todo tipo de drogas en sus letras junto a un estilo desordenado de vida que, en cualquier momento, puede jugarles una mala jugada; la sensualidad que derrochan Ruyter Suys y Bonnie Buitrago quienes a pesar de los años, y la gravedad que atenúa flacidez y arrugas, siguen luciendo esplendorosas; y, por último, esa particular mezcla de rock and roll sureño, blues y country que tan buenos réditos les está propinando desde hace unos lustros.

Puntuales, a las 21:30, pisaban el escenario a oscuras y al ritmo de una versión lounge de “Así hablo Zarathustra”, de  Richard Strauss, pasando a interpretar en segundos un demoledor “Keep on fucking” como consistente entrante. Bonnie Buitrago se convertía en improvisada traductora de las palabras que Blaine Cartwright pronunciaba. “High as hell”, “She's Got The Drugs”, “I´m so high” o “Why Why Why” fueros algunas de los clásicos que acompañaron a las más recientes, caso de “Up the Dosage” o “Ru bit to death”. El susto de la noche se producía tras concluir la presentación de la banda, Blaine se hacia un bailecito y caía al suelo durante aproximadamente diez segundos perdiendo el sentido, la banda hacía sonar sus instrumentos desconcertada, observando con estupor lo que estaba sucediendo, el publico guardaba silencio, en ese instante salió el técnico a reanimar al vocalista, quien se recuperó levantándose con celeridad y empuñando nuevamente su guitarra con fuerza para continuar el show. A partir de ahí todo se aceleró y comenzaron a sonar canciones de “Let them eat pussy”, como “Snake Eyes”. Tras poco más de una hora en escena, la banda desapareció y regresó para interpretar un escueto bis de dos temas, la primera de ellas, “Go motherfucker go”, dedicada a Kike Turmix.

Fotografía: Dena Flows 

Autor: Rafa García-Moreno