Conciertos

 

10-02-2014

Kelley Stoltz. Sala Boite Live!, Madrid.


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Tercera visita del artista norteamericano a nuestro país. En esta ocasión le acompañaban cuatro formidables y experimentados músicos, entre los cuales se encontraba un teclista-saxofonista sacado de El Señor de los Anillos, un guitarrista primo hermano de Mink Deville, un risueño y saltarín bajista y un robusto batería. Carácter, personalidad y mucha, mucha clase. Casi recién aterrizados en España para afrontar una extensísima gira Europea, en los primeros compases del concierto se les notó algo despistados y faltos de compenetración. En seguida lo supieron enderezar gracias a un sonido sobresaliente en el que se conseguían apreciar todos los matices y arreglos propios de sus canciones. También contribuyó a ello Kelley, que con su simpatía supo ganarse el favor del público entre tema y tema.

Ir a uno de sus conciertos es disfrutar de lo mejor de la historia del rock and roll. En su música están presentes los Beatles, los Zombies, Bowie, los Kinks, la Velvet Underground, los Ramones, los Byrds, la New Wave y, desde su último trabajo, también algo del rock alemán de los setenta. Todo ello aliñado con un par de ponches de ácido lisérgico o con un par de vasos de ginebra con hielo. Los allí presentes saben de lo que hablo.

Estuvieron generosos tocando casi dos horas en las que hubo tiempo para repasar casi al completo su último disco “Double Exposure”, recuperar algunos temas de sus anteriores trabajos (“Keeping the Flame”, “Pinacone”) e incluso regalarnos un par de estupendas versiones (“Surrender” de Cheap Trick y “The Kids are alright” de los Who) que hicieron las delicias de los asistentes. Especialmente destacable fue la versión de Roxy Music que Kelley interpretó con todo el glamour que requería el tema y con una chaqueta marinera sobre el hombre que pidió prestada al público. Minutos antes, ya se había metido al público en el bolsillo con un truco a la altura de los de Juan Tamariz; simulando que su micro estaba estropeado obligó a toda la sala a cantar con él el estribillo de “I remember, you were wild”. Una maravillosa maniobra que le sirvió para romper el hielo, liberarnos de nuestra timidez y que tal y como él dijo: “después de estar veinte años currando todos necesitamos algo así”. A juzgar por el ritmo con el que “volaban” las copias de sus discos al finalizar el concierto les aseguro que él también se merece todo nuestra gratitud.

 

Autor: Pablo Borrero Fraile

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