Hay voces y voces. Y cuando uno se encuentra delante de una voz especial y única, no puede hacer otra cosa que admirarse. La voz de Soledad Vélez provoca esas sensaciones. El Festival de Guitarra de Barcelona tuvo a bien de incluirla en su programación en el espacio Club del Barts, una sala íntima muy adecuada para un concierto del calado de la chilena. Subió al escenario acompañada como siempre de su partner in crime Jesús de Santos a la guitarra eléctrica y el banjo, mientras Soledad empuñaba la acústica y en ocasiones el ukelele. Presentaba su último trabajo Wild Fishing publicado por Absolute Beginners, un excelente disco personal con canciones plagadas de emociones, de esos que no puedes parar de escuchar una vez empiezas. A veces es difícil entre la marea de propuestas musicales encontrar algo original y que te atrape a la primera, pero con Soledad esto no pasa. Su maravillosa y rasgada voz, consigue emocionar más allá de la música. Folk rock de emociones encontradas, sentimientos desatados, melancolía y pesca salvaje del sentir más profundo.

En directo, Soledad es pura emoción, sentir, mezcla de delicadeza y pasión, desde el primer segundo que canta, su voz nos envuelve en un abrazo infinito. Detrás de su apariencia tímida y reservada, se esconde una mujer poderosa que gracias a su voz consigue emocionar. Pocos pueden afirmar algo así. Mientras, Jesús la acompaña hilando fino melodías, como buen hacedor que es. Cuando la música empieza a sonar, nos encontramos como suspendidos en el tiempo, absortos ante la magia de su música y de una voz tan peculiar como la suya. Entre los temas que sonaron “It wasn't me”, “Don't worry babe” o “Black light in the Forest”. Canción tras canción, la intensidad iba creciendo. Mientras el público absorto y silencioso contenía la respiración. Solamente al final de cada canción parecíamos despertar de un sueño. Lo bueno y a veces lo difícil de la música es conseguir que te sorprenda y eso Soledad Vélez lo hace con creces. Algunas personas la veían por primera vez en este concierto y no podían reprimir la emoción. No es de extrañar, pocas veces la música te toca de esa manera. Por suerte, fuimos testigos de ello. Esperemos que vuelva pronto. Y que conste, por si alguien lo duda, que no somos familia. 

Autor: Anabel Vélez