Entrevistas

 

21-03-2011

Siniestro Total, leyendas de futuro


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No se dejen influenciar, ni orientar, por el título de esta nueva entrega de los vigueses. Aunque hay algo de country y reminiscencias del western, espaguetti principalmente, los tiros no van por ahí. Las quince canciones firmadas por Julián Hernández, Óscar Avendaño y Javier Soto (con la colaboración en un tema de Esteban Hernández) se escoran por sonidos más rock, blues, swamp, soul… En resumidas cuentas, lo que vienen haciendo es sus últimos trabajos. Julián Hernández nos habla sobre ello y más temas de actualidad.  

¿Más descansados tras la edición de “Country & Western” en noviembre, la correspondiente promoción y presentación en directo del disco?

Pues no especialmente. La vida de un disco continúa en los escenarios y, el dios lo quiera así, se le supone por lo menos un poco de tiempo más sonando en directo. Si sólo fueran tres meses de vida, digamos ‘on the road’, tendríamos que sacar cuatro elepés al año y semejante vomitona no hay industria que la soporte. Ni ser humano capaz de tal proeza, aunque sea gallego... Esto es, como decían Emerson, Lake & Palmer, “the show that never ends”. Medimos nuestras vidas por álbumes y nuestros álbumes por vidas en la cuneta. Quizá España sea el sitio menos agradecido del mundo para esta clase de sacrificios pero es lo que tenemos y lo que hay: es nuestro trabajo. Cada canción es un mundo y pretendemos, ¡pobres ilusos!, que nos sorprenda cada noche que la tocamos. La promoción —se lo crea usted o no— es una manera de explicarnos a nosotros mismos lo que hemos perpetrado. Favor mutuo que nos hacemos: los medios son nuestra media naranja al respecto. Y si el medio es el mensaje, para nosotros el mensaje es el medio. En el término medio está la virtud, aunque no sepamos de la misa la mitad.    

Habéis viajado hasta Texas para que Joe Hardy –productor de bandas como ZZ Top o Steve Earle- se encargue de las nuevas canciones, cuya grabación se ha llevado a cabo en The Foam Box, estudio de Billy Gibbons de ZZ Top. Aunque probablemente la verdadera razón de vuestro viaje a EE.UU. es porque el dólar es más barato que el euro. ¿Estoy en lo cierto?

Efectivamente, joven, no es tan caro grabar en Norteamérica, al menos con nuestros planteamientos Lo que pasa es que la relación con Hardy tira bastante más que el poco dinero que nos podamos ahorrar. Hombre, no estamos para dispendios porque no habría manera de amortizar una grabación en las Bahamas a cuerpo de rey o tirarnos un par de años de retiro espiritual y espirituoso en la India para buscar la inspiración y la paz interior. De hecho, este disco lo trabajamos en Galicia durante año y medio entre el local de ensayo y algunos estudios de por aquí, como por ejemplo Casa de Tolos de Segundo Grandío. Que Joe Hardy esté trabajando casi ‘full time’ en The Foam Box de Billy Gibbons es todo un aliciente. Atendimos, como buenos niños, a su sugerencia de ir allá porque la colección de guitarras y amplificadores tanto de Hardy como de Gibbons es impensable conseguirla aquí ni pagando una fortuna. Es como una lección de historia del rock entre las manos: guitarras como la Gretsch de Bo Diddley o una Telecaster Squire del 58 no se ven habitualmente por el mundo adelante. El afán didáctico de Hardy es también muy de agradecer. Unos pobres chicos disfuncionales de Vigo sólo pueden estar tremendamente agradecidos por tamaña avalancha de sabiduría guitarrística y musical. Que no son la misma cosa, ¿eh? Pero es que Joe es ya un miembro más del grupo. Diecisiete años trabajando juntos dan para entendernos muy bien. Hardy es de origen irlandés y Galicia está muy cerca de Irlanda. Eso pesa lo suficiente como para dar sentido al sentido del humor común que podamos manejar en cada situación. Que aparezca un tanque en la puerta del estudio y su tripulante pregunte si está Billy (Gibbons) por ahí, ya marca una diferencia con cualquier estudio de por aquí. Le preguntamos a Hardy si era legal pasearse con un tanque por las calles de Houston y nos contestó que no lo sabía muy bien pero ¿quién va a pararte por la calle si vas subido en un tanque? 

Como bien se advierte en el titulo de vuestro nuevo trabajo dedicáis mucha atención al blues, swamp, soul y algo al rock. Un trabajo más variado, menos lineal estilísticamente.

Bueno, sí, pero tampoco es una novedad. Quizá es más yanqui que los primeros discos de ST, pero “¿Cuándo se come aquí?” (el primer disco de la banda en 1982) bebía de fuentes tan dispares (y disparatadas) como The Jam, The Cure, The Damned, Petula Clark, The Vibrators, Gruppo Sportivo, PIL o vaya usted a saber. Eclécticos eléctricos, que se dice. Pero sí: hemos cruzado una vez más el charco en sentido literal y figurado. ¡He, he! Nos gusta mucho eso de “algo de rock” porque sólo somos un grupo de rock y lo que hacemos es robar por los aledaños del género sin demasiado pudor. Intentamos imitar lo que nos gusta aunque no siempre nos sale bien, algo que, paradójicamente, no es malo porque el error en la copia es lo que normalmente conocemos por originalidad. En realidad, lo que hemos hecho durante toda nuestra vida es intentar meternos en la piel de Charley Patton o de los Who (hemos llegado a la conclusión de que son más o menos lo mismo). Pero, ¡ay!, somos gallegos y eso marca, my son. Una manera de comunicarse para un gallego puede ser un petroglifo celta, una película con Xan das Bolas o una versión de “Johnny B. Goode” de la tuna compostelana. Tenemos que estar inmensamente agradecidos a los discos baratos de blues que pululaban por las tiendas en los setenta y ochenta: supimos por ellos que los ingleses robaban a los negros americanos y decidimos robarles la idea a los ingleses. Quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón. No somos ratas de biblioteca ni manejamos toneladas de información enfermiza tipo “los manuscritos del Mar Muerto del blues”, pero seguir escuchando a los clásicos es sanísimo. El motor es la curiosidad.   

En “Sé” demostráis que tenéis buen conocimiento de dónde se localizan las principales instituciones. Me queda la duda de para qué.

Es una buena duda, sí señor. Pero la información de dónde están las instituciones no es una información privilegiada. Cualquier ciudadano puede acceder a ella. ¿Que para qué nos vale saberlo? Probablemente para nada, pero ¿y el gustito que da saber que ellos saben que nosotros sabemos? La pregunta es: ¿saber dónde están y quiénes son, lo interpretan como una amenaza? Dependerá, suponemos, del supuesto amenazado, de su acojonamiento —vital y mortal— y de su sentimiento de culpa. La percepción del mundo de la gente con poder, ya sea en la Casa Blanca o en el ayuntamiento de Guarromán, es bastante limitada porque pisan muy poco la calle. Creen que el hecho de ocupar un sitio en un parlamento les hace dueños del escaño o del despacho por los siglos de los siglos. La democracia, a pesar de lo que decía Churchill, no es el menos malo de los sistemas de gobierno: es sencillamente uno más y el más mentiroso. En nombre de la libertad, del estado de derecho, de Dios o de lo que usted quiera , se cometen tropelías desde hace milenios. En la canción que usted cita, se hace referencia también a la vida cotidiana de esa gente que ya nació con afán de delegado de curso y lo mantiene en la edad adulta. No es nuestro problema: son ellos los que han vulgarizado su vida privada con figuras tan patéticas como la Primera Dama. el Príncipe Consorte o el bautizo de los nietísimos. Tampoco es cuestión de quejarse: véase el ejemplo de Sarkozy.  

Atracaré el Banco Mundial, asaltaré el Santander, de paso el BBVA y al final el Bundesbank. Me gastaré todo el botín en fiestas para seducir a la mujer de Sarkozy, que no está nada mal”. Afirmáis en “La Paz Mundial”. Tengo la sensación de que sois unos nuevos Unabomber o antisistemas del siglo XXI.

¡Caramba, eso suena a piropo! Como no podía ser menos, en la canción que citas aparece la susodicha mujer de Sarkozy. Carla Bruni ya era un icono antes de su (a)salto al Elíseo y su jugada seduciendo al presidente, ya en pleno mandato, es magistral. Francia es un ejemplo de cómo hay que hacer las cosas... Pero, respondiendo específicamente a lo que dices, no somos especialmente “antisistema” (por lo menos en el sentido más extendido de la palabra) porque sin este sistema probablemente no existiría el medio de comunicación que utilizamos. Eso no quiere decir que no queramos destruirlo. Es obligación de toda persona de bien destruir el estado  o, cuando menos, considerarlo una lacra o un error genético. Unabomber es un caso a estudiar, pero aún estamos esperando a que filósofos e intelectuales nos expliquen la jugada sin recurrir al psicoanálisis. Quizá Unabomber sólo tenga sentido en los Estados Unidos, un país gigantesco con miles de millas cuadradas de espacio vacío. En Europa lo hubiera tenido más complicado el buen hombre. En el bar Manolo (o el pub El Ave Turuta de Edimburgo) ya le hubieran denunciado nada más empezar a mandar cartas bomba. Que conste que eso está muy feo, pero la Constitución Americana contempla la posibilidad de que cada ciudadano se proteja, y Unabomber se protegía de la agresión del estado. El género humano tiene bastante poco de género y aún menos de humano pero es el que nos ha tocado en suerte. Quizá sea porque somos un grupo de rock, pero a nosotros nos hubiera gustado más pertenecer al reino mineral o, como mucho, al vegetal. Esto de vivir rodeados de mamíferos parlanchines lo llevamos bastante mal.   

¿En “Fariseos del rock” os autorretratáis?

(Risas)Decía Fellini que todo es autobiográfico y nada es autobiográfico. Otra cosa es el autorretrato. La canción parte de una anécdota de Oscar Avendaño: alguien, no sé si en serio o en broma, le llamó fariseo del rock. Bien, sí, ¿por qué no? La mentira es un buen ejercicio social. Sin ella no podríamos comportarnos decentemente. En otras palabras: si ves a tu vecina hecha un adefesio, lo correcto es decirle que está muy guapa y no decirle la verdad. Tenemos los cristianos (bueno, los que hemos nacido y crecido en una sociedad cristiana) un problema de información. Manejamos la versión claramente parcial de los evangelistas Marcos, Mateo, Lucas y Juan. ¿Dónde están las crónicas escritas de los fariseos que, por otra parte, eran sus hermanos de sangre y sus conciudadanos? A lo mejor no eran tan mala gente. Que dudasen de alguien que afirmaba ser el Hijo de Dios es normal, ¿no? ¿Quién puede creer a un barbudo harapiento que afirma tal cosa? La actitud de Cristo era un p0co del tipo “¡Oiga, usted no sabe con quién está hablando!”. A lo que íbamos: la canción se puede parecer algo a la idea de “We’re only in it for the money”, el álbum de Frank Zappa, pero lo de “vendemos a mi madre” va más allá. Lo de la pasta es un sarcasmo, obviamente. No es fácil (es casi imposible) vivir de la música (y menos en España). Con la música se podría haber enriquecido la industria, esos ejecutivos con Audis en la puerta —a la manera de los años noventa— que no supieron qué hacer con tanto patrimonio en forma de fondo de catálogo. El músico es el último eslabón de la cadena social. ¿Servimos para algo? Hombre, mejor es una canción de Madness que el tubo de escape del gamberro de la moto que pasa. Al fin y al cabo, el ser humano hace música tal y como el gato maúlla, el perro ladra o la vaca muge. Quizá haya más fariseos en el reino animal (el insecto palo, por ejemplo) o en el vegetal (el falso jazmín, sin ir más lejos). El rock es así... 

En este trabajo no habéis incluido ninguna versión. Vosotros que sois muy dados a interpretar canciones ajenas, como las de Ramones, Dead Kennedys, Obus, Undertones, Paraíso o Ray Davies, entre otros.

No por falta de ganas. La respuesta está en la pregunta: “interpretar” era nuestro afán. Para eso hacen falta cesiones de derechos y, tal y como están las cosas, eso se ha convertido en una misión imposible. Entendemos que es lógico. Imagínate que “Matar jipis en las Cíes” se utilice para una apología de la violencia fascista en vez de como la ironía que es. Nosotros diríamos que no, definitivamente, a un grupo hispanohablante austríaco que pretendiera semejante cosa. Mejor decir que no a todo antes que andar analizando cada caso en particular. Como no concebimos una (per)versión sin darle una vuelta de tuerca al original, lo de los permisos se nos aleja cada vez más, aunque algunas veces nos hemos quedado con la versión de otros. Es el caso de Paraíso y su versión del “Mongoloid” de Devo. Y se nos quedó en el tintero una versión del “Thunderstruck” de AC/DC que tradujimos como “El Trueno Azul”. No hubo manera de conseguir los permisos. Nuestro punto final al respecto fue la versión de “Living in America” de James Brown. Está en el triple del “XX Aniversario”. Nos pasamos varias semanas de intercambio de e-mails hasta que la editorial yanqui aceptó la letra que rehicimos varias veces a ver si colaba. No se podía nombrar a Mónica Lewinsky, por ejemplo (mala americana), ni la silla eléctrica (mala imagen). Cuando decíamos “Dios existe y es americano” tuvimos que explicarles que nombrar a Dios en España no es una blasfemia, que no usamos el nombre de Dios en vano sino que es algo cotidiano y habitual. Se lo tragaron. ¡He, he! En todo caso, tanto esfuerzo nos valió para considerar las versiones como un trabajo extra que nos robaba demasiado tiempo de burocracia. Es una pena, pero eso también nos obliga a repensar cómo abordar la música que nos gusta. La versión, ¡ay!, deja paso a la intertextualidad (miles de perdones por nombrar tal atrocidad). No creemos que sea posible volver al reciclaje de “Hoy voy a asesinarte” o “Emilio Cao”. Tendríamos que hablar directamente con los autores para convencerles de que lo que estamos haciendo no es joder la marrana sino adaptar al cableado cerebral de los celtíberos su idea original. Demasiado esfuerzo, nos tememos.  

Siempre que escucho temas vuestras tales como “Bailaré sobre tu tumba” o “Ayatollah” pienso que hoy en día serian políticamente incorrectas. Incluso la segunda os podría plantear problemas con los islamistas radicales.

La corrección política, cuando no es sinónimo de buena educación, es sinónimo de censura encubierta. Dentro de poco sólo podremos hablar de varones adultos, blancos, burgueses, laicos, fumadores y occidentales porque el resto de la humanidad es intocable. Negros, chinos, gays, mujeres, niños, judíos, musulmanes, cristianos, enfermos, marginados, inmigrantes, colaboradores de oenegés, fumadores pasivos, etcétera, y las infinitas combinaciones de todos ellos, no son sujetos aceptables para protagonizar canciones. Y no es la primera vez que nos preguntan por lo de “Ayatollah”. Antes deberían habernos crucificado en el Vaticano. Además “Ayatollah” tiene una coda final en la que se repite hasta la náusea ·”ayatollah, mola”... Es muy importante entender, desde ya y para siempre, que la primera persona del singular o del plural no tienen por qué representar a nadie en concreto. Son personajes de ficción. Es la advertencia que hace Flann O’Brien en su novela “En Nadar-Dos-Pájaros”. Si seguimos así, tendremos que prohibir el Quijote por apología de la violencia. 

Seguís los pasos de ex compañeros vuestros como Miguel Costas y Germán Coppini.

Sorprendentemente nos podemos dirigir la palabra los unos a los otros al cabo de los años... Nos hace gracia que jamás nos pregunten por Alberto Torrado o Segundo Grandío: será porque son bajistas. Siniestro Total es la suma de las aportaciones de mucha gente y no sólo de los músicos que han pasado por aquí. Oscar Mariné, Paco Trinidad, Pepo Fuentes, Mikel Clemente, Joe Hardy, Mikel Garay, el maestro Reverendo... La lista es enorme. Todos ellos han aportado algo en algún momento. Con respecto a si seguimos lo que hacen los ex-compañeros, te diríamos que sí pero sin abusar, porque tampoco nos dedicamos a mirarlo con lupa.   

¿Hablamos de la ley Sinde? 

¡Ajá, estamos en la llama! Y no lo decimos por la ley antitabaco que ha olvidado prohibir el botafumeiro que, como su propio nombre indica, también ‘bota fume’. Bueno, vamos allá. La Ley Sinde no existe: es sólo un apartado de la ley de economía sostenible o como carajo se llame. Y ese es el principio de todos los problemas. Hacen falta unas normas específicas que regulen la industria cultural y la difusión de sus productos. No es pensable, por ejemplo, que cinco tipos, como nosotros y este ‘Country & Western’ que acabamos de sacar, se tiren dos años trabajando en un proyecto manteniéndose del aire. Una cosa es que no tenga aceptación (que es un riesgo que corremos solitos) y otra es que se infravalore difundiéndose gratuitamente sin que nosotros hayamos decidido regalarlo. El argumento es que los músicos nos tenemos que conformar con tocar en directo. ¡Vaya novedad! Si siempre ha sido así en este país... Se está utilizando la demagogia y eso está muy feo. Si lo que se quiere son productos culturales gratis no hay problema: ya los hay. Shakespeare y Bach no tienen derechos pero mucho nos tememos que de lo que se trata, antes que de leer a William y escuchar a Johann Sebastian, es de tener lo último de Lady Gaga por la cara. Es una actitud muy carpetovetónica, igual que la de erigirse en representante de lo que sea. (¿De dónde sale una asociación de internautas con legitimidad para ser recibida en un ministerio o para rechazar una ley? Todos —y cuando decimos todos, es TODOS— somos internautas y a nosotros nadie nos ha consultado nada ni nos ha pedido una autorización para hablar en nuestro nombre.) El problema es que la industria del entretenimiento no puede fabricar productos nuevos si no tiene ni la más remota posibilidad de amortizarlos. Tampoco es un problema tan grave: se desmantela la industria y cada uno en su casa y Dios en la de todos. Lo más paradójico es defender la gratuidad de la cultura y no la de la vivienda o los alimentos: con la burbuja inmobiliaria nadie se quejó del aumento desproporcionado del precio de los pisos. La voluntad manifestada de pagar precios “razonables” por descargas es una patraña: contra la gratuidad no hay competencia posible. Llegados a este punto, también conviene recordar que España no está sola en el mundo y que cuando los americanos den un puñetazo en la mesa, ya nos podemos echar a temblar.    

Para concluir, conocéis un grupo que se hace llamar los Mártires de Uganda. Y otros paisanos vuestros, Novedades Carminha, de los que se dice que recuerdan a los primeros Siniestro Total.

Sí. Y también conocemos a Led Zeppelin o Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina. Ahora en serio:  la verdad es que no nos reconocemos en nadie que haya salido después que nosotros. Sonaría presuntuoso decir algo así como: “esos chicos nos imitan” porque nadie nos debe nada, aunque nosotros sí debemos mucho a muchos. Los dos grupos que citas hacen muy bien en hacer su trabajo y nosotros seguimos haciendo el nuestro. Sería  insensato pretender otra cosa. Si la existencia de ST ha servido en algún momento para que unos chavales monten un grupo, pues muy bien, pues nos alegramos mucho. Otra cosa es ejercer de faros de occidente o de creadores de tendencias. Lo que no está mal es que alguien descubra cosas a través de lo que hacemos. Eso ha pasado siempre. Habría que estudiarlo a fondo pero estamos seguros, casi al cien por cien, de que en España nadie ha conocido a Chuck Berry antes que a los Beatles o a los Rolling Stones. Es la parte didáctica del rock and roll, que tiene su importancia. Wilko Johnson y Sting eran profesores antes que músicos y puede que fuera este último el que decía que al fin y al cabo son oficios parecidos: se trata de entretener a delincuentes en potencia. Y eso es una función social vital: sin el rock and roll viviríamos en el caos.   

Autor: Rafa García-Moreno

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