Con el mismo humor que en sus trabajos anteriores, el director Richard Curtis nos presenta una nueva película basada en un mítico tema: las radios clandestinas que se abrieron en Inglaterra en los años 60 para poder emitir esa nueva música “moderna” tildada de “diabólica”, y que no era ni más ni menos que el pop y el rock.  

Aunque no desvelaré el argumento, sí mencionaré pequeños detalles para abrir boca a los que aún tengan pendiente este film. El primero de ellos es el reparto de actores, entre los que cito a: Kenneth Branagh, de sobra conocido y reconocido; Philip Seymour Hoffman, al que se puede recordar en Rockanrola y que se ha convertido en uno de los americanos imprescindibles dentro de trabajos con buenos guiones y tintes independientes o Rhys Ifans, que hizo de compañero de piso insoportable pero leal en Notting Hill (éstos dos últimos destacan por su estupendo registro como locutores de radio, con unas voces dignas de ser oídas en versión original). Otro detalle a destacar es la BSO, un buenísimo conjunto de clásicos aún actuales, muchos de ellos en sus primeras versiones. ¿Algún ejemplo? Wouldn´t it be nice de Beach Boys, Father and son de Cat Stevens, Bowie, Cream, Easybeats, Rolling Stones, Jimi Hendrix…no está mal, ¿eh?   

Por si esto no son suficientes razones para ir a verla, puedo decir que el guión es irónico y brillante, repartido entre diferentes personajes y situaciones, aunque un casi único escenario: el barco- radio, que se convierte en el emblema de una generación con un modo de vida liderado por la música. Todo en esta película te transporta a la Inglaterra de los 60. 

Autor: Esther Martín