Conciertos
27-11-2009
Quireboys. La (2) de Apolo, Barcelona
Como bien recordaba mi amigo Fer hace escasos días en su blog, los London Quireboys, su nombre primigenio, fueron promocionados por la discográfica como la respuesta europea a bandas como Guns & Roses y toda aquella movida del sleaze cocinada en el Sunset Strip de Los Angeles. Craso error. Ellos venían de e iban a otra parte. Su misión era recuperar y actualizar el viejo rock británico con olor a alcohol, Stones, Faces, Humble Pie, Rod Stewart, que tantas alegrías había dado a sus contemporáneos. Claro que cuando ellos empezaron, 1984, todo lo que había que decir ya estaba dicho. Grabadas ya las obras magnas del estilo, Exile On Main Street, A Nod Is As Good As A Wink….To A Blind Horse, Every Picture Tells A Story…, solo quedaba hacerlo con sensatez, oficio y buenos temas. Los de Londres lo consiguieron. Sobre todo con un primer álbum, A Bit Of What You Fancy, cargado de singles en potencia y de un espíritu festivo y espirituoso que todavía perdura. Los veinte años transcurridos desde su salida al mercado, y la aparición de un nuevo trabajo en formato acústico, eran una buena excusa para volver a la carretera. Con una sala a rebosar y con el personal en estado de máxima excitación fácil lo tuvieron para certificar, a pesar de algún problemilla de sonido en las guitarras, un concierto de buen y viejo rock & roll. Ideal para abrir una noche de sábado y empezar a templar el cuerpo con las primeras cervezas. Calentaron motores con algunos temas de su cosecha más reciente, «This Is Rock & Roll», «Mona Lisa Smile», para volcarse luego en las composiciones del citado disco. Coreadas todas y cada una de ellas por un personal ansioso de jolgorio. Difícil resistirse al gancho melódico, y emotivo para muchos de los presentes, de piezas como «7 O’ clock», «Sweet Mary Ann», «Hey You», «Roses & Rings», «Long Time Comin’» y «There She Goes Again». O baladas, «I Don’t Love You Anymore», «Take Me Home», en las que la rasposa voz de Spike, más Stewart que nunca, encaja a la perfección. Hora y media después se despedían entre los vítores del respetable tras finalizar con «Sex Party». Fueron calificados como mero placebo desde sus inicios, puede que así lo sean, pero resultan tan efectivos como la primera vez. Y, regresando al inicio de la reseña, me parece mucho más digno lo que son capaces de ofrecer en la actualidad los Quireboys que las grotescas andanzas de ex Gunners en Velvet Revolver o ese monumento a la megalomanía que ha perpetrado Axl en su Chinese Democracy.
Autor: Manel Celeiro

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