Entrevistas

 

28-11-2016

Manuel Beteta, autor del libro de rock australiano El Año que Matamos a Skippy


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Era una asignatura pendiente pero parecía que nadie se atrevía a enfrentarse a ella. Desde hace décadas en España siempre se ha consumido rock australiano y las bandas de las antípodas siempre han recalado con frecuencia en nuestro país. Aquí hay mucho seguidor pero era imposible encontrar una obra que resumiera aquella vibrante escena que explotó cuando en julio de 1977 se publicó Radios Appear, el primer álbum de Radio Birdman. Con la reciente aparición de El Año que Matamos a Skippy (editorial 66 rpm) por fin es posible encontrar un libro que sirva de referencia. Una guía para aquel que quiera sumergirse en las bravas aguas de ardientes guitarras y ritmos todoterrenos. Subtitulado Un Recorrido por el High-energy, Punk, Garage y Power-pop Australiano, a través de 300 páginas se explica la génesis y el posterior desarrollo de la detonación a través de 100 discos trascendentales y 6 recopilatorios imprescindibles. Con prólogo de Johnny Casino, el libro viene complementado con artículos de fondo (Asteroid B-612, New Race, Cosmic Psychos, Pyramidiacs, The Onyas y The New Christs) más diez entrevistas con los principales personajes. Su autor, Manuel Beteta, un veterano redactor de la revista Ruta 66, nos atiende.

¿En qué momento un melómano manchego afincado en Madrid comienza a interesarse por el rock de las antípodas?

La primera vez que vi en directo a una banda australiana fue AC/DC en el desaparecido Pabellón Deportivo del Real Madrid en 1981. Tenía diecinueve años y estaba haciendo el servicio militar. AC/DC jugaba en otra liga, no tuve la sensación de que lo que tenía delante era un grupo aussie en el sentido al que te refieres. Lo que me empezó a intrigar fueron los textos de Jaime Gonzalo, primero en Rock Espezial, luego en Rockdeluxe y, finalmente, en Ruta 66. Gonzalo, siempre muy apasionado con lo que le gusta, dejaba entrever que los grupos australianos estaban hechos de otra pasta. Hay que tener en cuenta que eran los años ochenta, una década no muy disfrutable musicalmente, por lo que la lectura de artículos en los que se comparaban grupos australianos con los Stooges, MC5 y la Sonic's Rendezvous Band me ponía cachondo. Yo conocía a The Saints porque sus discos se publicaban en España pero hubo dos momentos clave que ejercieron de detonante. El primero fue en 1988 con la publicación de Under The Ashes, un box-set de lujo que incluía la discografía completa de Radio Birdman y New Race. El segundo, los conciertos de The New Christs de 1988 y 1989 con Charlie Owen a la guitarra. Fue cuando comprendí que aquello era lo mío.

¿Cuánto tiempo has tardado en preparar el libro? Es un trabajo de investigación exhaustivo y bastante pormenorizado.

El libro me ha llevado cuatro años. El primer problema con el que me enfrenté es la poca información que había. En cuanto te salías de la revista Ruta 66 era como vagar por el desierto. Incluso tampoco aportaba mucho Internet, salvo dos o tres blogs entre los que destaca Music From Oz. Lo que resultó útil fueron las webs I-94 Bar y Mess+Noise, los fanzines Unbelievably Bad y Off The Hip y la voluminosa The Encyclopedia Of Australian Rock And Pop de Ian McFarlane. También fueron productivas las charlas con compañeros de Ruta 66, sobre todo con Tony Sanders, Luis Boullosa y Emilio Cascajosa, verdaderos especialistas en rock australiano. Uno de los pecados de la prensa musical es la superficialidad con la que se escribe. Son lugares comunes y frases hechas entrelazadas. Mis referentes siempre han sido Jaime Gonzalo e Ignacio Julià, que en la redacción siempre aportan puntos de vista diferentes, muy personales. Creo que los textos musicales hay que enfocarlos como ellos lo hacen. Sus libros sobre los Stooges y Sonic Youth son insuperables.

Australia siempre me ha parecido una reserva musical muy interesante. El hecho de estar aislados ha fomentado esa manera tan particular de interpretar el high-energy, el punk, el garage y el power-pop. ¿Existe un rasgo que identifica el sonido aussie de otras zonas del mundo?

Creo que sí. No es fácil apreciarlo pero el componente local siempre es un rasgo distintivo. Si te das cuenta las bandas suecas también tienen un sonido que las hace diferentes. En el caso de las bandas australianas, además del sonido también está la actitud y la solvencia sobre el escenario. Pregunta a alguien si alguna vez ha salido defraudado de un concierto. Son grupos que tocan mucho y cambian permanentemente de miembros, los que les obliga a amoldarse rápidamente a los nuevos. Otro detalle es que las principales ciudades están en la costa y el surf es parte de la cultura australiana. Esto es manifiestamente palpable en las bandas de power-pop y de garage, donde impregnan a su música de un barniz surf como solo lo saben hacer allí. Es rock&roll genuinamente endémico.

¿Fue complicado elaborar la lista de los 100 discos?

Sí. Me salían 150 discos, pero hay que ser práctico y los reduje a 100. Fue doloroso recortar pero es un número aceptable para lo que quería contar. Las listas son la fotografía de un momento, hoy sería otra. Hay bandas en las que tenía muy claro el disco elegido, pero en otras estuve mucho tiempo dándole vueltas. Por ejemplo, de los Hoodoo Gurus tuve muchas dudas entre Mars Needs Guitars! y Stoneage Romeos. No la resolví hasta pocos meses antes de finalizar el libro. Lo mismo me pasó con Bored! Dudé mucho entre Feed The Dog y Negative Waves.

¿Qué bandas quedaron fuera?

Pues de las recientes que puedan resultar familiares al lector están King Gizzard & The Lizard Wizard, Tame Impala, Money For Rope, Sun God Replica y Royal Headache. La lista de bandas clásicas es extensa. Por ejemplo, The Bakelite Age, The Triffids, The Ape, Ich Bin Ein Esel, Loose Pills, Faspeedelay, Persian Rugs, Gazoonga Attack, The Moffs, Kamikaze Trio, Paul Kelly & The Coloured Girls, Bryan Estepa, Riffter, Huxton Creepers, Bam Balams, The Aints, Puta Madre Brothers, The Sailors, The Hekawis, Screwtop Detonators, Dead Set, The Juke Savages, Lubricated Goat, Spazzys, Bondall Boys, Zambian Goat Herders, The Intercontinental Playboys, Russian Roulettes, The Slaters, The Hunchbacks, The Devastations, The Pink Fits, Laughing Clowns, Tiger By The Tail, The Casanovas, The Visitors y Rocket Science. Cuando tuve físicamente el libro en mis manos me di cuenta que no había metido ninguna banda hardcore. Se me pasó incluir a Massappeal. Su único álbum, Nobody Likes a Thinker, es el mejor disco hardcore de Australia. Recientemente ha sido reeditado en versión Deluxe como disco doble con tomas en directo, descartes y rarezas. Me queda el consuelo que aparecen los Hellmenn que, más o menos y tangencialmente, podrían incluirse en la escena hardcore.

Las 300 páginas del libro incluyen un repaso a la historia del rock australiano, reseñas de discos, artículos de las bandas claves, entrevistas y prólogo de Johnny Casino. ¿Hay algo que te haya quedado por incluir?

¡Claro, pero el editor me hubiese matado si se lo hubiera propuesto! El libro se ciñe a un periodo muy concreto, el que va desde 1977 hasta 2013. Me hubiera gustado incluir un capítulo que abarcase desde finales de los sesenta hasta 1977, es decir, el pre-Big Bang. Todo lo que sucedió anteriormente hasta la publicación de Radios Appear, que es lo que considero el kilómetro cero. Hay discos increíbles y bandas muy buenas, como Spectrum, The Angels, Cold Chisel, Coloured Balls, Rose Tatto, The Aztecs, Flash And The Pan, The Bombers, Buffalo, Hush, Healing Force, Redhouse y Master's Apprenties.

Hablas de Asteroid B-612 como la última gran banda. Explícanos esta conclusión.

Siempre que hablo de Asteroid B-612 acabo colando en algún momento esa tajante sentencia. Lo tenían todo. Clase, elegancia, sonido, fuerza y una discografía impecable. Jamás tuvieron un bajón. Por sí solos, aúnan y representan lo mejor del rock australiano. Pero no era casualidad, no se llega hasta allí arriba por la gracia de los dioses. La clave estaba en sus dos guitarristas: Johnny Casino y Stewart "Leadfinger" Cunningham. El estilo, la complicidad y la compenetración que alcanzaron han sido un hito en la historia del rock. Cuando uno se embarcaba en un solo, el otro sujetaba el sonido con la rítmica. Luego, con una mirada, invertían los papeles. Para disfrute del oyente, los créditos del álbum Not Meant For This World indica quien realiza los solos. ¡Un duelo de guitarras por cada canal! Los Hellacopters los adoraban, les tenían mucha admiración y respeto. Mencionan a Asteroid B-612 en una canción del álbum Payin' The Dues y en el despedida, Head Off, hicieron una versión de «I Just Don't Know About Gurls». No puedo acabar sin hacer mención a sus canciones. Son perfectas y es porque ambos son escritores fabulosos. Quizá Leadfinger sea mejor letrista, pero en lo de componer melodías ambos estaban al mismo nivel. Los Stooges o Radio Birdman hicieron menos que ellos y están más altos en la pirámide del rock&roll.

Además también entrevistas a grandes músicos de la escena.

Hay dos entrevistas de las que estoy muy satisfecho. Uno de mis músicos favoritos es Stewart "Leadfinger" Cunningham. Me puse en contacto con él y estuvo muy receptivo. Tardamos un año en hacerla a base de cruzarnos correos. Hablamos de todo y sus respuestas eran muy extensas. Cuando la finalicé, meses después recibí un correo donde me decía que había repasado la entrevista completa y quería cambiar dos o tres respuestas. Una de ellas era en la que hablaba de Sean Greenway. Pensaba que la figura de Sean y lo que supuso su amistad para él no quedaban perfectamente dibujadas, por lo que hizo cambios en la respuesta. La otra es la de los Pyramidiacs. Hay que haber vivido la segunda mitad de los noventa para conocer lo que representaron en España. La gira de 1998 duró un mes por toda España. Reventaban los locales y la gente saltaba y cantaba los estribillos. Una locura colectiva. David Jiménez, de la promotora Heart of Gold, hizo de intermediario y me puso en contacto con ellos. Quedó una fantástica entrevista. Hacía casi quince años que habían dejado la música pero exudaban la misma energía que antaño. La anécdota es que dos de ellos me pidieron ser entrevistados en español.

Eres consciente que ensayos tan pormenorizados sobre el rock en las antípodas no están muy generalizados. Es el primero que veo. ¿Te sientes pionero en la materia a nivel nacional y Europa?

¡Soy consciente porque lo he sufrido! Como decía antes, mi principal problema ha sido la falta de información. Cuando el libro estaba prácticamente finalizado se publicó Blunt, a Biased History Of Australian Rock por Bob Blunt. ¡A buenas horas! Es estupendo y tiene una maquetación en blanco y negro que le da un entrañable aspecto a fanzine. Y el contenido sería lo más parecido al mío, con la salvedad de que prácticamente se ciñe al punk, con alguna escapada al hardcore. Pero a nivel nacional y europeo sí he sido pionero. Puestos a soñar, me gustaría que mi libro fuera traducido al inglés y que se publicase en Australia. Creo que los aussies todavía no son conscientes de la escena tan vibrante, vital e interesante que tuvieron.

De las bandas australianas aparecidas en el libro, ¿a quién te gustaría entregarle personalmente un ejemplar en mano?

No tengo ninguna duda: a Asteroid B-612. En 1996, Johnny Casino y Leadfinger acabaron mal, llegaron incluso a pegarse. Una lástima. Afortunadamente, mientras escribía el libro resolvieron sus diferencias e hicieron las paces. Ahora incluso son más amigos que antes. Como bien anunció Sonic Wave, en 2015 hicieron un concierto reunión para un homenaje a un amigo fallecido. No solo me gustaría haber estado en ese concierto, sino además haberme sentado con ellos a tomar una cerveza y haberles regalado un ejemplar a cada uno.

Recomienda a los lectores de Sonic Wave tres bandas clásicas, con su principal disco, y otras tres recientes de rock australiano.

De las clásicas, lo fácil sería decir Radio Birdman, The New Christs y Cosmic Psychos, pero el lector de Sonic Wave las conoce de sobra, así que me las ahorro. Quien tenga interés en sumergirse en la crema del rock australiano debería agenciarse urgentemente el elepé Burn de THE BO-WEEVILS, una mezcla de los Dream Syndicate más distorsionados con la ágil frescura de los Feelies. Imprescindible también The Ride de THE LIZARD TRAIN que, a diferencia del anterior, sí tiene un sonido más parecido a los Feelies, con menos distorsión. Y por último están mis adorados THE MARK OF CAIN. Quizá Battlesick sería un buen trabajo para estrenarse con ellos. De bandas recientes, no hay duda: hay que empezar con Primary Colours de EDDY CURRENT SUPPRESSION RING, mezcla de Wire con garage sixties. Al frente de HITS está un chalado que se hace llamar Evil Dick (pene malvado), cuyo nombre verdadero es Richard Hunt. Un personaje de mucho cuidado. En el segundo elepé, Hikikomori, hay muchas trazas de The New Christs, posiblemente por la producción de Rob Younger. Para acabar, THE VOLCANICS. Sus dos visitas a España han sido fantásticas y sus discos son muy buenos. Yo recomendaría Get a Move On, high-energy de la vieja escuela y también producido por Rob Younger.

Autor: Rafa García-Moreno

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