Conciertos

 

08-04-2011

Brighton 64. El Sol, Madrid


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Los chicos de la casa de la bomba han vuelto, aunque sólo sea para quedarse un ratito y pasar a saludar a la chavalería (en realidad se trata de una mini-gira de tres fechas para celebrar su trigésimo aniversario), en una de esas esporádicas y nostálgicas reuniones que nos vienen ofreciendo muy de vez en cuando. Siendo los hermanos Gil figuras referenciales para entender el asentamiento de la escena mod en nuestro país, sus apariciones se convierten en pequeñas celebraciones antes, durante y después de sus conciertos en las que mods de distintas generaciones se reúnen en sincera hermandad  y camaradería, siendo el ambiente pre-concierto que se vivía en los bares adyacentes a la sala realmente saludable. Ocurre también con este tipo de conciertos reunión que hay que saber verlos con cierta distancia y con los matices adecuados. No es lo mismo la reunión de una banda que lleve treinta años sin tocar y sin subirse a un escenario y cuyos miembros hayan perdido totalmente el contacto entre sí, que una banda que ha dejado de ejercer como tal con su viejo nombre de guerra, pero cuyos miembros han seguido enrolados en distintas formaciones, distintos proyectos, y han seguido empuñando sus guitarras… ese sería el caso de Brighton 64. Otra cosa que siempre me ha llamado la atención es el rechazo que tienen este tipo de reuniones entre cierto sector del público, quienes parecen asegurar que el rock and roll sólo puede ser practicado durante un corto periodo de tiempo, y en plena juventud, como si estuviésemos hablando de atletismo o alguna disciplina física, y un músico, con los años, tocase peor, ¡al contrario!, en todo caso tocara mejor y habrá aprendido más sobre su instrumento. Sí que es cierto que este tipo de músicas van ineludiblemente unidas al brío y la energía, actitudes más propias de la juventud, pero al fin y al cabo la edad, a pesar de lo que cantasen nuestros protagonistas sobre “el problema”, no deja de ser simplemente un número en el carnet de identidad, nada más. 

Así pues y situados en el contexto adecuado, disfrutamos de una notable actuación de la banda barcelonesa con su formación más clásica, los hermanos Gil (Ricky y Albert) acompañados de Jordi Fontich y Tino Peralbo, con quienes grabaron sus más célebres canciones a mediados de los 80, en un momento de excitación musical en nuestro país cuando se bebía a partes iguales del revival mod, el power pop, y la nueva ola. Nunca vi a Brighton 64 en aquel momento, quizás no fuera nunca el directo su fuerte, ni tampoco han sido nunca unos músicos de depurada y exquisita técnica, pero poco importa cuando se posee un repertorio como el suyo, y es que Brighton 64 pertenece a ese grupo de bandas para quienes la canción, como concepto, está por encima de todo. 

Y ese fue el auténtico lujo del concierto del pasado sábado, recrearnos en vivo con un ramillete de canciones que son historia viva del pop nacional, rematado con el clásico “La casa de la bomba”, como no, tema que junto a su declaración de principios “Igual nos da igual” supusieron los bises finales.   

“La casa de la bomba” es un tema tan demoledor (como lo es “El mejor cocktail”) que es de esas canciones que mitifican a una banda, pero dejan enterradas en la memoria colectiva otro buen número de píldoras para el aficionado no demasiado serio que se conforma con conocer la música de manera poco menos que enciclopédica (es decir, Brighton 64, sí, los de “La casa de la bomba”, “El mejor cocktail”, y ya está), cuando la realidad es que la colección de temas de la banda va más allá. Por ello desgranaron esa serie de canciones que por derecho propio forman parte de la colectividad pop nacional, temas con la intensidad emocional de "Fotos del ayer", sus guiños al r&b y soul con las versiones castellanizadas de "In the midnight hour" ("En la medianoche", de Wilson Pickett) o "The work song" ("Bola y cadena", de Oscar Brown Jr.), y sobre todo sus temas más urgentes y nerviosos que les conectan con el espíritu punk de finales de los 70, pildorazos como "Deja de tocar a mi chica", "Barcelona blues", o el impecable "Palabras con sabor" con el que remataron la faena antes de los mencionados bises. Temas nacidos de una juventud airada en plena Barcelona en los 80 cuando la ciudad era un hervidero de rock and roll en cada esquina. En definitiva, la reivindicación de un espíritu y de una manera de entender la música y construir canciones que no debería haberse perdido jamás, y por suerte no se ha perdido del todo gracias a un buen número de bandas que siguen creyendo en basar su música en dos ingredientes básicos que trascienden esa edad de la que empezábamos hablando: nervio y melodía. 

Fotografía: Felipe Hernández

Autor: Pepe Kubrick

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