Conciertos

 

23-02-2010

Alondra Satori. Sugarpop, Granada


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El desierto almeriense tiene un imán para los desubicados. Allí soltó el petate Javier Corcobado durante más de media década. Entre dunas y aljibes, el Nick Cave español halló el hábitat necesario para desarrollarse como novelista y poeta. Uno de sus colegas chatarreros, Justo Bagüeste, se acaba de incorporar a Alondra Satori, proyecto en el que convergen los músicos más inquietos y sombríos del sureste. Ni uno ni otro aparecieron por el Sugarpop. Pero se les echó de menos. Los mantras de ruido de la enésima aventura de Juan Manuel Cidrón parecen diseñados para la figura de un crooner del abismo o, incluso, un saxo asonante a la manera de James Chance.

Cidrón conoce como pocos en este país los entresijos de las vanguardias. Lleva nadando en esos lodos desde hace casi treinta años. En esta ocasión, asociado con el multinstrumentista granadino Antonio Luis Guillén (Sefronia), Juanjo Sánchez (ex Entracte) y Jesús Alonso (actual baterista de Corcobado). Con esta formación de cuarteto presentaron en Granada ‘Promontorio charidemo’, tercer disco de Alondra Satori y punto de inflexión sonoro, puesto que está ideado para una banda de cinco.   

En primera fila, un feroz activista de Esplendor Geométrico comentaba entusiasmado los vínculos entre Mars, la No Wave neoyorquina y lo que sonaba en crudo. Ceremonia del óxido que, en realidad, no dista demasiado de un concierto en plan free de Ornette Coleman. Sin embargo, Alondra Satori invierten herramientas y destruyen las prerrogativas del lenguaje del rock. La guitarra deja de funcionar como tal. Y se convierte en un manantial de frecuencias chirriantes. La instrumentación clásica abre paso a toda una juguetería de Todo a Cien. Sinfonía de animales de plástico, chiflas y trebejos. El theremin aporta el conveniente efecto lunático y espacial. Y las percusiones -¡implacables, a lo ‘Tago mago’ de Can!- nutren de combustible lo que ellos mismos definen como “improvisación libre contemplativa”. El ritual acabó cuando un pobre ratón de peluche murió a martillazos. Esto sí que es alternativo.

Autor: Eduardo Tébar

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